Hijos nuestros morirán

 

Si los Reyes Magos se enfrentaran a Papá Noel, seguramente ganarían. Principalmente, por ser tres contra uno. Pero aún combatiendo de a uno contra el gordo nórdico, lo vencerían a él y a la gigante maquinaria consumista que lo apaña.
Este párrafo introductorio explica, mediante una analogía pugilística-callejera, mi preferencia por la tradición de los Reyes Magos en desmedro de Papá Noel. Básicamente mi inclinación se debe a que realmente me siento conmovido por los tres seguidores de la estrella, por el acto de dejarles el pastito para sus cansados camellos, porque me cuesta menos imaginarmelós repartiendo juguetes entre los niños y porque los siento como relegados en la sociedad actual, lo que me hace ponerme de su lado y luchar por su reivindicación.
Además, cuidan la ecología con sus camélidos que funcionan a pasto y agua; los feroces renos de Papá Noel contaminan la atmósfera con sus gases nocivos. Otro punto a favor para los Reyes es su aporte contra el racismo y la xenofobia: demuestran que tanto blancos, negros y grises pueden recorrer el mundo y llevar felicidad a los niños. En cambio, el siniestro personaje navideño promueve la cultura anglosajona, la limpieza racial y transforma la navidad en un acto consumista y despojado de todo valor espiritual.
Muchas veces los chicos de la actualidad no le dan tanta bola a los Reyes Magos porque suelen traer alguna chuchería, ya que por culpa de sus enajenados padres Papá Noel les trajo el super regalo que querían, sumado a que la familia gastó toda la mosca en los festejos de Año Nuevo. Pues desde ya anuncio que el día en que la genética avance y yo pueda tener un pibe, en navidad recibirá una simple boludez, mientras que los Reyes le traerán el regalo power como la primera bicicleta o la Pelopincho.
Convoco a mis 1,7 lectores a hacer lo mismo, para que con el correr de las generaciones Papanuel muera en el olvido y los Reyes Magos gocen de una renovada popularidad.