martes, 6 de enero de 2009

Noche de naufragio

Comenzó sin buscarlo, como una absurda casualidad del universo donde la lógica quedaba en el más último de los planos. A poco de empezar vio su fin siendo nada más que una ráfaga, un recuerdo que se vuelve más difuso día a día confundiéndose con un sueño y sembrando la duda de si fue cierto o no. Ratones asustados hacían girar con fuerza las ruedas para intentar vanamente acelerar el paso del reloj. O tal vez sucede que el reloj no es más que una mentira, una fachada para ocultar la verdadera naturaleza de la realidad y mostrarla como algo lineal e imposible de retomar una vez que se abandona. Lo único cierto aquí fueron los días y días añorando lo que nunca había pasado, perdiéndose en abismos azulverdosos infestados de fantasmas con sus alas rotas. Indignación, impotencia, enterándose de la peor forma que no es sólo el golden gate lo que hace grande a san francisco. Nadar sin rumbo, aferrado a la búsqueda de la justicia, demuestra ser la única manera de permitir que esa vieja valija se hunda lenta pero incesantemente en ese profundo e inhóspito mar al que no habrá regreso. Ahora sí puedo decir adiós.