Motivos religiosos y políticos mantienen dividida a la isla de
Irlanda en un estado republicano independiente y católico al Sur y una
parte británica y protestante al Norte. Pero una vez más, el deporte
promueve la unión en un conflicto con tanta sangre y dolor.
En
Argentina hay cosas de las que, para evitar tensiones, no se habla en la
mesa: política, religión y fútbol. En Irlanda, las dos primeras
dividieron a la isla en 1921, pero el fútbol cumple la hermosa función
de volverla a unir.
De todas maneras, vale decir que no se trata
de "nuestro" fútbol sino de su versión de la "Isla Esmeralda": el fútbol
gaélico, el deporte más visto en Irlanda, con estadios repletos.
En él, se enfrentan dos equipos de quince jugadores (catorce más el
arquero) que en dos tiempos de 35 minutos se disputan una pelota redonda
con un poco más de brusquedad que en el fútbol pero menos que en el
rugby. Los postes de gol tienen forma de H con una red en la parte
inferior. Si la pelota pasa por entre los palos y arriba del travesaño,
vale un punto. Si pasa por abajo, tres. Ah, y se juega con las manos y
con los pies. Es un deporte muy dinámico en el que continuamente pasan
cosas y aún hoy se juega de forma amateur.
Para las mujeres, el reglamento presenta algunas diferencias, como el tamaño de la pelota y la duración de los períodos.
La Gaelic Athletic Association (Asociación Atlética Gaélica, GAA) es la
entidad que organiza los deportes de tradición irlandesa, con el fútbol
gaélico y el hurling como principales exponentes. En 2015, como medio
de promoción, llevó adelante los primeros Juegos Gaélicos Mundiales en
Abu Dhabi, donde Argentina fue campeona en fútbol al vencer a Galicia en
la final. En nuestro país el deporte se practica sólo en el club
Hurling y en San Isidro.
Pero el torneo que hace vibrar a
Hibernia (nombre que le dieron los romanos a la isla de Irlanda) es el
All-Ireland Senior Football Championship. En lugar de por clubes, está
protagonizado por equipos representativos de 31 de los 32 condados
tradicionales, tanto de Irlanda del Norte como de la República de
Irlanda, más un equipo de Londres y otro de Nueva York.
Este
campeonato se disputa desde 1887 y la final masculina, el evento
deportivo más visto de la isla, se juega el tercer domingo de septiembre
en el estadio Croke Park de Dublín, ante la presencia de más de ochenta
mil espectadores. De esos 32 condados tradicionales, seis pertenecen al
Reino Unido. Esto convierte al torneo en una verdadera fiesta que une a
todos los irlandeses, ya sean católicos o protestantes, republicanos o
súbditos de la Reina.
En la final de 2018 se enfrentaron Dublín,
capital de la República de Irlanda; y Tyrone, un condado norirlandés. No
hubo ningún problema entre los asistentes ni en la cancha.
Una
de las tribunas del Croke Park lleva el nombre de Michael Hogan. El 21
de noviembre de 1920, en medio de la Guerra de Independencia Irlandesa,
la policía ingresó al estadio con el apoyo de fuerzas británicas durante
un partido entre Dublín y Tipperary y abrió fuego contra el público.
Este evento formó parte de uno de los tantos "Domingos sangrientos" en
la historia irlandesa. Murieron 14 personas, entre ellas Hogan, jugador
de Tipperary. Así de delicada es la relación entre nacionalismo irlandés
y deporte.
No obstante, el fútbol gaélico y el hurling no son
los únicos deportes donde no existen fronteras entre la República de
Irlanda y el Reino Unido. En rugby, cricket y hockey los seleccionados
nacionales representan a la isla en su totalidad. Las asociaciones de
boxeo y de golf también regulan sus disciplinas a ambos lados del límite
artificial. En muchos casos, al momento de los himnos entonan
"Ireland's Call" ("El llamado de Irlanda"), una canción no oficial que
convoca a la unión entre irlandeses sin importar su origen.
En el
fútbol de la órbita de la FIFA esto no sería posible. Es por eso que
hoy existen dos asociaciones: la de Irlanda del Norte (IFA, en inglés),
fundada en Belfast en 1880 y con un asiento permanente en el
International Football Association Board, la entidad que controla las
reglas del juego; y la de la República de Irlanda (FAI, en inglés), con
sede en Dublín, fundada en 1921.
Ninguna de las dos selecciones
ha tenido buenas participaciones en mundiales, pero se las ingeniaron
para dar grandes jugadores: George Best por el lado del Norte y Roy
Keane entre los de la República. Ambos cosecharon éxitos con la camiseta
del Manchester United.
Desde la década del '40 existieron varios
intentos de disputar torneos con clubes de las dos partes. El más
duradero fue la Copa Setanta Sports, que se jugó entre 2005 y 2014 pero
se discontinuó por cuestiones financieras.
En Irlanda hay viejas
heridas que aún no cierran y muchos conflictos religiosos y políticos
siguen en pie. Pero pasar por cualquier pub de la isla es entender que,
estén bajo la bandera que estén, todos los irlandeses tienen un rasgo en
común: la pasión por el deporte. Quizá vaya por ahí la vía de la
reconciliación y la convivencia.