martes, 24 de septiembre de 2019

Allegro assai

Hace poco encontré la conversación de MSN en la que preparaba el terreno para dejarte. Dejarte, sí, yo a vos, un cararrotismo que pica en punta entre mis mayores desaciertos.
En la letra comic sans que se usaba en ese tiempo, intentaba esbozar una explicación de por qué no aparecí ese jueves en el que nos íbamos a ver. "Jugaba a la pelota con los pibes", tecleaba sin ponerme colorado. "Los pibes"... Hoy lo leo y me da la sensación de que creía vivir en una publicidad de Quilmes, donde sólo importaban esos peculiares códigos de amistad y cualquier mínima señal de cuidado o interés por una piba ya te hacía merecedor del mote de pollerudo.
Con el diario del lunes, diría que fue para bien. Al poco tiempo conociste a alguien mejor, más luminoso, enérgico y talentoso, con quien lograste grandes cosas. Vos tenías fe en mí, veías un potencial y me alentabas a hacer, a crear. Claro, no sabías aún que estabas ante una sabandija oscura y miserable que prefería tomar birra y hablar a los gritos con otros muchachones, en vez de compartirla con vos y crear un universo juntos.
Te causaba gracia mi forma de reírme en el cine: en silencio, como para adentro. Mezquina, quizá. Egoísta. La tuya era radiante, estridente, contagiosa. Transmitía cosas. En ese detalle tan banal estaba la diferencia.
Y te dejé yo, con ínfulas de no sé qué.
En Luna de Avellaneda, el personaje de Eduardo Blanco le recrimina a Cristina, encarnada por Valeria Bertuccelli, que ella no se banca el amor. Y yo, ahí, parado en mi Riachuelo e inmerso mi podredumbre, tampoco me lo banqué.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Maile, internacional por Facebook

Las lesiones llevaron al talonador de Tonga de reparar tejados y jugar en un club amateur a ser citado por la red social: primero debutó contra Nueva Zelanda y ahora está en la RWC.





Era un fin de semana de mediados de agosto y el habitual fresco se hacía presente en Christchurch. Pero en esa iglesia metodista de las afueras, las sonrisas convertían todo en calidez y alegría. No era para menos: uno de los suyos, el joven Siua Maile, acababa de ser convocado para enfrentar a los All Blacks con la camiseta de Tonga.

Maile, talonador de 22 años, llegó al país kiwi en 2013, con una beca deportiva para estudiar en la Timaru Boys High School. Allí, jugó dos años en el First XV del instituto, donde se destacó como uno de los mejores backs de los competitivos torneos escolares neozelandeses.

A pesar de eso, no dio el salto a la Mitre 10 Cup (en aquel momento se jugaba bajo la denominación de Air New Zealand Cup) y cuando egresó del colegio se mudó a Christchurch. Allí también viven su madre y su hermano, Ngase, con quien juega en el primer equipo del Shirley Rugby Club. Además, son compañeros de trabajo: ambos se ganan la vida reparando tejados.





Con sus 175 centímetros de estatura y 105 kilos de peso, Maile tiene otro desafío: la de talonador no es su posición natural. Primero en la escuela y luego en el club alternaba entre centro y flanker, para recién ponerse la camiseta con el 2 en la espalda hace un par de años.

Más allá de qué posición ocupase en el campo, hasta hace unas semanas su vida era sencilla: el trabajo, el rugby, la iglesia y la familia que hace pocos meses empezó a formar con Mele Vuka, su esposa. Pero, a casi tres mil kilómetros de su casa, se gestaba un cambio en su futuro: con el amistoso ante los All Blacks en el horizonte, a Tonga se le lesionaron los talonadores Paula Ngauamo (gemelo) y Sosefo Sakalia (costillas). Los entrenadores debieron salir a buscar opciones.

El head coach de Tonga es Toutai Kefu, el que fuera potente número ocho campeón del mundo con Australia en 1999, pero nacido en este pequeño país del Pacífico. Ante las bajas de sus primeras opciones como hookers, empezó a pedir referencias y un conocido en Canterbury le habló de las habilidades de evasión de aquel techista de Christchurch. “También es bueno pescando pelotas”, añadió. Entonces, lo contactaron por Facebook (sí, leyó bien) y lo citaron para reunirse con el equipo en el aeropuerto de Auckland, adonde llegarían para enfrentar a Nueva Zelanda en el último amistoso antes del Mundial.




“Sé que suena gracioso haberlo contactado por Facebook, pero así fue”, explicó entonces Dan Cron, entrenador asistente. “Él nos esperaba en el aeropuerto pero ninguno de nosotros lo conocía, sólo lo habíamos visto en fotos”. Aun así y pese a la singularidad de su convocatoria, Maile se hizo un lugar en el equipo titular.

Tras su primera cap ante los de negro, Siua Maile fue confirmado en el plantel mundialista y se ganó un puesto en el banquillo como suplente frente a Inglaterra. Pero ir a la gran cita ovalada ha implicado para él abandonar su trabajo: sin clavar tejados, no hay salario. Por eso su club, Shirley Vikings, ha pasado todas estas semanas previas al torneo japonés organizando sorteos, remates, quiz nights y lo que esté al alcance para darle una mano a su joven estrella. Además, la aerolínea de bandera neozelandesa aportó pasajes para que su familia pueda ir a verlo.

Claro que si tiene un buen desempeño en el Grupo C (que comparte con Inglaterra, Francia, Argentina y Estados Unidos), a Siua comenzarán a llegarle propuestas y contratos. Así que deberá estar atento, como siempre, a sus mensajes de Facebook.



https://www.revistah.org/japon-2019/maile-internacional-facebook/

martes, 17 de septiembre de 2019

Incondicional

Me encanta, pero usa mal el condicional.
No, pará. Al revés: usa mal el condicional, pero me encanta. Parece una obviedad decirlo, pero el verdadero encantamiento pasa fácilmente sobre el uso de un modo del verbo.