lunes, 29 de abril de 2019

Invasion Day

Era pequeña, superaba por muy poco el metro de altura. Entró al local y se sostuvo sobre sus canillas flacas mientras echaba una mirada. El brillo pícaro de sus ojos apenas tapaba el dolor de siglos de violencia y explotación sufrido por su gente.
Caminó hasta la parte de los juguetes y eligió un arco y varias flechas con una sopapa en la punta.
- ¿Cuánto sale esto? - me preguntó.
- 16.
Sin que la decepción ensuciara su rostro, dejó lo que había agarrado y tomó dos autitos que esperaban estacionados en una caja de plástico.
- ¿Y esto?
- 11.
Dio media vuelta y los puso donde estaban. Miró otra vez la góndola y me trajo una pequeña bolsa de red con un puñado de bolitas.
- Eso está 7,50 - le dije.
Contó las monedas en su mano, sacudió la cabeza y dejó la bolsita en su lugar. Sus ojos se posaron en el mostrador, donde estaban las golosinas.
- Esto - dijo mientras agarraba un chupetín con un envoltorio de colores chillones. Era una afirmación, no una pregunta.
- 4,50.
Por primera vez sonrió, en una expresión triunfal. Me dio el importe justo y se fue a disfrutar de ese ratito de dulzura entre tanta injusticia.

martes, 16 de abril de 2019

Izquierdes y humanes

¿Tu lateralidad es izquierda? ¿Sí?
O sea, sos una persona zurda.
Bueno, juguemos un poco a Denzel Washington leyendo el diccionario en Malcolm X. Cuando decimos "a diestra y siniestra", significa, de modo figurado (o no) que algo se hace con las dos manos. Siniestra, originalmente, hacía referencia al lado izquierdo. Pero luego la mayoría diestra se apoderó del lenguaje y lo siniestro se convirtió en un adjetivo negativo. También en un sustantivo: nadie quiere tener un siniestro vial, por ejemplo. Ni empezar un día con el pie izquierdo.
Una persona derecha es alguien fiable y responsable, no como alguien que hace las cosas "por izquierda". ¿Cómo se le dice a la persona de confianza? Mano derecha. A su vez, está muy bien visto ser una persona diestra en alguna actividad. Y gran parte de las marchas implican peticiones que giran alrededor de lo mismo: derechos. Mi abuela siempre me decía que tenía que ir derechito por la vida y todo andaría bien. Si fuera ambidiestro, una habilidad atractiva, significaría que tendría dos manos derechas.
Esto pasa no sólo en el castellano sino en una gran variedad de lenguas, tanto latinas como de otros orígenes. También en muchas no indoeuropeas. ¿Cuál es la onda acá? Parece que el 87% de la población de lateralidad derecha no se conforma con oprimir a la minoría con el uso de las tijeras, guitarras, sacacorchos, bancos de escuela, cuadernos, abrelatas... la dominación se traslada al lenguaje. ¿No te gustaría que las palabras y expresiones dejaran de invisibilizarte, minimizarte, despreciarte y segregarte?
Ahora, imaginate que formás parte de un grupo y que el lenguaje también te hace a un lado, en algunos casos de manera grosera y, en otros, muy sutil. Y durante miles de años. ¿No te gustaría que las palabras y expresiones dejaran de invisibilizarte, minimizarte, despreciarte y segregarte?

miércoles, 10 de abril de 2019

El cuerpo es del club



Mar del Plata sumó su único título argentino en 1961, una hazaña con un gran protagonista: Luis Prieto escapó del hospital con la cabeza abierta para no dejar a su equipo en inferioridad.



 
 
En 1945, la Unión de Rugby del Río de la Plata, antecesora de la Unión Argentina de Rugby, organizó el primer Campeonato Argentino, torneo hoy extinto. El objetivo era difundir el juego en el interior del país y forjar lazos ovalados en todo el territorio. La idea consistía en que fuera disputado por uniones provinciales, pero de este primer ensayo también participaron clubes (incluso uno uruguayo, el Montevideo Cricket Club que, según el Museo del Rugby de Twickenham, fue el primer club de rugby no británico del mundo).

Dado que por aquellos años el poderío del rugby estaba centralizado en Buenos Aires, para el Campeonato Argentino se presentaron dos combinados: Capital, con jugadores de la ciudad propiamente dicha; y Provincia, con elementos provenientes de los clubes suburbanos. Estos dos equipos se repartieron los títulos hasta 1961, cuando se fusionaron y comenzaron a participar como “Buenos Aires”. Pero, además, ese fue el año en que una pequeña unión del interior, la de la balnearia ciudad de Mar del Plata, rompió con la hegemonía porteña y se coronó campeona al vencer a Rosario en la final por 16 a 6.



Mar del Plata se encuentra a 400 kilómetros al sur de la capital y hoy tiene más de 800.000 habitantes. Fue fundada en 1874 a orillas del Atlántico y en poco tiempo se convirtió en la villa turística de la aristocracia agro-ganadera de Buenos Aires. Sus grandes mansiones de veraneo, a puro pintoresquismo y art decó, le dieron el mote de “la Biarritz argentina”. Hoy, además de ser el mayor centro turístico del país, posee un importante puerto pesquero. Los primeros trabajadores portuarios, inmigrantes europeos en su mayoría, abrazaron rápidamente el fútbol, pero el rugby tardaría un poco más en llegar.

La primera institución ovalada de la ciudad, Mar del Plata Rugby Club, recién nacería en 1944. Siete años después se fundó la Unión de Rugby local; y se eligió como símbolo un trébol de cuatro hojas con los colores rojo, verde, celeste y azul de los equipos fundadores: Mar del Plata RC, Comercial, Nacional, Industrial y Biguá. Hoy son 19 los clubes de la ciudad y localidades cercanas que disputan año a año las competencias en estas playas.

Varios jugadores marplatenses vistieron la camiseta de Los Pumas. Entre los más destacados está Buenaventura Mínguez, octavo con 12 test matches, entre ellos el célebre triunfo ante Australia en Brisbane en 1983, en el que marcó un ensayo en el que fue la primera victoria argentina como visitante ante una potencia. Mauricio Reggiardo, baluarte de la primera línea en el Mundial ’99, fue primero figura del club Pueyrredón. En Los Pumas de hoy, la Unión de Rugby de Mar del Plata está representada por Nahuel Tetaz Chaparro y Rodrigo Bruni. También nació aquí Jeremías Palumbo, apertura con tres caps con la selección española.

En 2001, el Estadio Mundialista de Mar del Plata fue testigo de la potencia de Jonah Lomu ante los australianos en la final de la Copa del Mundo de Rugby 7. Pero hoy traemos un episodio que sucedió medio siglo antes, en el partido de semifinales del Campeonato Argentino de 1961, cuando Mar del Plata contaba con 200.000 habitantes y apenas un puñadito de clubes. Una historia de un rugby en blanco y negro que parece muy distinto al que vemos hoy por televisión, pero que implicaba cosas que aún hoy son innegociables: el amor por la camiseta y la entrega por el equipo.




Mar del Plata recibía al seleccionado de Cuyo en su cancha del Parque Camet, con un imponente marco de 2.000 personas en el público. Camiseta blanca con el trébol de cuatro hojas en el pecho para los locales; de azul, celeste y rojo los visitantes. Apenas iban 10 minutos del encuentro cuando Luis Prieto, centro marplatense, se arrojó al suelo a bloquear un dribbling. Hizo tiempo a tocar la pelota pero no pudo evitar la patada del rival, que le produjo un profundo corte en la cabeza.

Recordemos que estamos en 1961: no hay cambios. El doctor Néstor Reales cargó a Prieto en su auto particular y lo llevó a la clínica Central, a unos siete kilómetros. Su equipo quedó con 14: el mismo número de los puntos de sutura que recibió Prieto en su cuero cabelludo.

Tras la intervención, lo dejaron solo, vestido de jugador y con los botines a un lado. No dudó un instante sobre lo que tenía que hacer: “Me bajé de la camilla, agarré los zapatos y salí, fue un acto instintivo… mientras, la enfermera me perseguía a los gritos”.

Todas las grandes historias necesitan de un pequeño hecho bisagra que convierte lo inverosímil en realidad. Algunos le llamarán milagro, otros destino, otros casualidad. Como sea, la cosa es que a la salida de la clínica había un taxi vacío, algo raro para la época. Nuestro héroe se subió rápidamente e indicó: “Al Parque Camet, por favor”.

Llegó a la cancha con su camiseta ensangrentada y su ímpetu intacto. Sus compañeros lo necesitaban: en su ausencia, iban perdiendo 11 a 3. El árbitro le permitió reingresar y Prieto participó de la cinematográfica remontada de su equipo. Tras ir abajo en el marcador durante todo el partido, “El Trébol” pudo empatar con un agónico ensayo del “Potrillo” Sastre, que también se encargó de la esquinada conversión. ¿Y ahora? Tiempos extra de diez minutos, hasta que se produjera la primera alteración en el tanteador.

Lo que siguió fue extenuante. Los rivales se sacaban chispas y ninguno podía marcar la diferencia. Recién en el cuarto tiempo suplementario, a los 113 minutos de juego, Mar del Plata obtuvo la victoria a través de un ensayo del ala Carlos Marenco, benjamín del equipo con sus 18 años. 14 a 11 y “El Trébol” estaba clasificado a la final del Campeonato Argentino.

Hubo festejo para todos, menos para Luis Prieto: esta vez no pudo escapar de los médicos y tuvo que volver a la clínica para pasar 24 horas en observación. Ya habría tiempo unos días más tarde para celebrar la obtención del campeonato frente a Rosario que, aunque ellos no lo supieran en aquel momento, sería el único en las vitrinas de la unión marplatense.

Como no podía ser de otra manera, este grupo de jugadores siguió vinculado al rugby y muchos de ellos fueron prominentes dirigentes de sus clubes y de la Unión. Prieto, por su parte, entrenó durante 23 años al seleccionado de Mar del Plata, intentando repetir la hazaña por la que dejó todo – todo – en la cancha.

https://www.revistah.org/miradas/blogs/viajealrugbyperdido/cuerpo-del-club/

lunes, 8 de abril de 2019

Te miré tanto que memoricé todos tus detalles. Tu ceja izquierda que se va despeinando al llegar a la punta, tu párpado derecho apenitas caído. Tus cachetes. La redondez de la punta de tu nariz, tu boca en forma de corazón. El color de tus ojos, que nunca definí si es azul o verde.
Si hubiera sabido que nunca más me ibas a mirar como me mirabas, me habría guardado para siempre la forma en la que brillaban tus ojos cuando se cruzaban con los míos. Pero se me terminó borrando.