martes, 4 de diciembre de 2018

Jugar al amigo invisible en Australia

- Vamos a jugar a Secret Santa, ¿te sumás?
- Dale, ¿cómo es?
- Escribimos nuestros nombres en un papel, sacás uno y a la persona que te toca le tenés que regalar algo en Navidad.
- Ah, sí, nosotros tenemos lo mismo pero le decimos "amigo invisible".
Después de un tiempo vería que no era tan lo mismo. Una vez definidos todos los participantes, hicimos la repartija. Me tocó Mel, una chef oriunda de un pueblito bien al Sur de Nueva Zelanda y fanática del rugby.
Con un techo de veinte dólares para gastar, podíamos hacer uno o varios regalos. Acá vi la primera diferencia: en lugar de ir dejando pistas sobre nuestra identidad hasta el momento de la entrega final, había que poner los presentes en una caja habilitada para ese fin, que además venía con papel para envolver.
Cuando hago un regalo, me gusta que sea algo útil. Mel venía hablando hacía rato de su próximo viaje a Canadá y Alaska. Pensé que iba a necesitar abrigo y que seguramente se iba a tener que comprar, porque donde estábamos el termómetro nunca bajaba de treinta grados y nadie tiene gorros de lana ni guantes. Así que en lo que fue mi primera compra por eBay, pedí una bufanda de los All Blacks.
Tras el almuerzo navideño, llegó la ceremonia de entrega. Otra diferencia: en vez de que los paquetes se entregaran personalmente, cada uno agarraba de la caja el suyo y listo. No importaba el autor de cada regalo, que permanecía en total anonimato.
Algunos recibieron chucherías y otros, cosas útiles. Yo, un super copado juego de cubiertos, con mangos con la forma de los sables láser de Star Wars. Un excelente regalo porque siempre andaba usando unos cuchillos de plástico, como esos que te dan en los locales de venta de comida al peso.
Un par de días después quise averiguar quién me los había dado, pero me quedé con la intriga porque había más hermetismo que en un cónclave cardenalicio. Se ve que es parte de los códigos del juego.
Pero sí me sentí bien y tuve la satisfacción de haberla pegado luego de unos meses, cuando Mel subió fotos de sus vacaciones. Ahí mostraba cómo desafiaba al frío del norte con la bufanda de los All Blacks que le había regalado su Secret Santa.