miércoles, 19 de septiembre de 2018

Ojos

Si hablamos sólo de lo que se ve, la morocha tiene al menos una docena de detalles que llamarían la atención de cualquier tipo. Al menos una docena, eh.
Pero a mí me gustan sus ojos. Oscuros, grandes, brillantes, una hermosa herencia de su sangre de Medio Oriente. Pestañas largas y arqueadas que te saludan con cada parpadeo. No hay forma de no quedar hipnotizado por esos ojos. Con esos mismos ojos, me dijo que los míos eran de sol.
Igual, ahora que escribo, me doy cuenta de que si bien me gustan sus ojos, más me gusta su mirada. Profunda, penetrante, inteligente, sensual. Una mirada musical, que canta. Una mirada que sonríe, aunque su boca se quede quieta. Una mirada que te invita también a sonreír. Que te invita a soñar...

Pero un día no me quiso mirar más.