Seguramente a mi tío Adolfo no le va a gustar nada esto. Pero sabemos que la raza blanca no es para nada superior. Somos débiles ante el sol, nos crece pelo que puede provocarnos una infección, nuestros órganos sexuales son pequeños y las camisas floreadas no nos quedan tan bien. Es hora de reivindicar a los amigos negros tras siglos y siglos de vejaciones, de ser los postergados por la historia.
Es bueno empezar por sus dotes musicales. Tienen unas voces de aquellas, una forma de entonar soberbia, con unas cuerdas vocales evolucionadas que hacen que hasta su hablar cotidano sea melodioso y rítmico. Ni hablar de cómo ejecutan los instrumentos: según la revista Rolling Stone, los tres guitarristas más grandes de todos los tiempos son Jimi Hendrix, Duane Allman y B. B. King. Dos de ellos, negros. ¿Cuántos ritmos musicales hoy famosos tuvieron como origen estilos provenientes de África? Por algo será.
Párrafo aparte para el baile. Esta increíble gente puede hacer que cualquier movimiento que realicen parezca rítmico, gracioso, atractivo y digno de verse. Y mención aparte para el amigo Michael Jackson, quién aún haciendo algo tan simple como levantarse de la silla, acercarse a la mesita de la sala de espera del odontólogo, y dejar allí la revista Gente que estaba leyendo, convertía sus pasos en una danza hipnótica, cautivadora, que lo hacía parecer un ser sin huesos, como de goma.
Otro aspecto en el que nos dejan en vergüenza es en el deporte. Sus físicos natural y arrolladoramente superiores a los nuestros los hacen brillar en las más variadas disciplinas, que parece que hubieran sido pensadas para ellos por aquellos emprendedores ingleses y estadounidenses que se dedicaron a regular cuanta actividad deportiva apareciera, allá por los siglos XIX y XX.
Convertirse en deportista olímpico es ser digno de un respeto infinito. Dentro de estos, se destacan los que practican atletismo, llamado el Deporte Rey. Pero restringiendo aún más el panorama, la élite de la élite la conforman los corredores de los 100 metros llanos. Tipos enormes, imponentes, que entrenan día tras día, sin descanso, durante años, para una carrera de menos de 10 segundos. Es la carrera que espero con ansias cada Juego Olímpico y que de veras me emociona. ¿Y qué sucede con estos atletas, esta élite de la élite? Son todos negros.
Otro tema que no se puede dejar de mencionar es la actuación. Cientos de actores de películas boludas, pero también montones de actores "serios" inundan las pantallas de cine y televisión. Y no hay que olvidarse de las actrices, muchas de ellas hermosas y cautivadoras.
Parece un posteo muy extranjero, pero saben ustedes que gracias a nuestros amigos que fueron a defender la democracia y a matar miles de paraguayos en la Guerra de la Triple Alianza, quedaron pocos, poquísimos negros argentinos. Los que sobresalen aquí son de industria extranjera, como el Negro Rada, o Mukenio.
No queda mucho por agregar. El hombre blanco, seguramente a sabiendas de la superioridad de los negros y de los aborígenes americanos y australianos, se encargó de marginarlos y reducirlos para ahogar su desarrollo. Amén de que cualquier cosa les queda bien, de su poder sexual cuasi infinito y de sus habilidades artísticas y deportivas, es hora de devolverles lo que se merecen. Y ojalá dentro de poco elijan a un Papa negro, a ver qué pasa.
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