jueves, 3 de marzo de 2011

Cuatro tres uno dos

No es necesario ser un cazador de ironías para percibir que las hay por doquier. Si no se les quiere decir ironías, puede llamarselés pequeñas burlas del destino, absurdas fallas del universo, o cualquier boludez que suene poética y metafísica a la vez.
Desde un peluquero calvo hasta un negro apellidado Blanco, esas leves desviaciones de concepto pululan a nuestro alrededor en todo momento, al punto que casi no las notamos.
Pero el colmo de la pelotudez llega cuando ves al chofer del camión de basura que, tras terminarse la gaseosa, tira la botellita por la ventanilla. ¡Ni el Chapulín Colorado nos salva de esa!

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