miércoles, 13 de abril de 2011

Es fácil si lo intentas

En mi edificio vive una señora autista. Claro, yo al principio no lo sabía, y pensaba que era una vieja mala onda que no me devolvía los saludos ni me decía "gracias" cuando le sostenía la puerta del ascensor.
Con el tiempo me fui dando cuenta de su condición y dejé de saludarla. Compartimos largos viajes en ascensor en silencio, yo mirando el techo y ella con la vista fija en un rincón y moviendo las manos nerviosamente. Era genial, no había necesidad de forzar una conversación de tipo "se hizo esperar la lluvia, ¿no?".
Luego, hace poco, hablé del tema con una vecina, y me dijo "a mí sí me saluda, se ve que le doy más confianza". Ah, listo. ¿No soy confiable para las señoras? ¿no merezco el saludo? ¿por quién me toman? ¿no se dan cuenta que detrás de todos estos músculos hay un ser humano con sentimientos?
Por eso, ahora, sí quiero que me salude. Quiero que la señora autista hable conmigo en el ascensor, critique al intendente, se queje de la humedad o le saque el cuero a la vieja del cuarto. ¡Por favor, señora!

3 comentarios:

  1. Yo no saludo a nadie de mi edificio. Si eso no te deja más tranquilo, puedo contarte que una vez me escribieron PUTA al costado de la puerta.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja. Me encantó lo de Panqueca...
    Yo, hoy día, que soy más sociable, suelo saludar.
    Pero siempre intento no subir en el ascensor con desconocidos.
    Si el desconocido va adelante, ralentizo el paso, o me hago el que acabo de recibir un mensaje en el celular.
    Si el desconocido va atrás, acelero el paso y, raudamente, subo al ascensor dejando al desconocido de a pie.
    Si llegamos juntos, el desconocido y yo, subo por las escaleras, jadeando y puteando para adentro como el oso montañés ese del dibujo animado.
    En realidad, todo esto que digo, ya no lo hago tampoco, que joder... He madurado.
    Ave, te explico que pasa con tu asunto: no tenés que perder de vista que lo que tenés al lado es una señora AUTISTA. Tu otra vecina debe haber hecho algo para granjearse su simpatía. Una de esas cosas que, bien sabido es, le agradan a los autistas.
    Ejemplo, podés llevar en el bolsillo una caja de fósforos o escarbadientes y fingir que se te caen. Ella, probablemente, te diga la cantidad exacta de palillos que hay en el suelo y ya tenés tema de conversación.
    Podés llevar una mesita, una bolita y varios vasitos y pedirle que adivine en qué vasito está la bolita; algo con naipes, cosas así. ¿Entendés?
    La de la mesita es medio complicada, por el tiempo. No sé en qué piso vivís vos y en qué piso la vieja.
    Bueno, espero haberte ayudado en algo.
    Después me contás.
    Saludos.

    ResponderEliminar