jueves, 29 de julio de 2010

Un tallarín

Ayer, mientras miraba el frío cemento que da forma a las bicisendas implementadas por Macri en la capital de nuestro país, me reí para mis adentros pensando que se trata de una iniciativa destinada al fracaso.
Más allá de que haya muchas, muchísimas, muchisísimas otras cuestiones que revisten mayor prioridad, las bicisendas no van a funcionar porque aquí, el automóvil es un fuerte símbolo de estatus.
Lo primero que hace la gente al juntar un pequeño dinero (aunque no tan pequeño, en realidad), es comprarse el auto. Ser un transeúnte es considerado un fracaso. ¿Viajás en bondi, en tren, en subte? Ah, sos un perdedor, no tenés auto.
Calificamos a la gente según el auto que tenga; a sabiendas de esto, vemos cómo los fines de semana la gente pasa horas y horas lavandoló, pasandolé pomadita infinidad de veces, para que el vecino se muera de envidia del autazo que tengo, y él no. Sí, mi casa puede estar cayendosé a pedazos, pero tengo un 0km estacionado en la puerta, así que no necesito más.
"Más vale adefesio en auto que galán a pata", reza el viejo adagio surgido de las entrañas del ser nacional. Cuántas veces habré escuchado a colegas, luchadores de la vida, quejandosé desconsoladamente porque iban a morir solteros y vírgenes por no tener auto. ¿Estamos todos locos?
No voy a citar al ejemplo de Holanda, ni de nadie. No me importa. Es asunto nuestro ver cómo salimos de nuestra mediocre estrechez mental y dejamos de ser a través de nuestras posesiones. Porque, y espero no contrariar a ninguna ciencia humana con esto, tener el auto enorme no te hace tenerla más grande.

1 comentario:

  1. Buena entrada, 'mijo (Y).
    Y veo que corregiste el principo de la canción del tallarín (Y). Es de nobles reconocer el error (?) jaja.
    Salute, buen viernes :).

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