martes, 10 de mayo de 2011

I really wanna be with you

La dueña del anterior departamento que ocupaba era una señora muy habladora. Cualquier evento de la realidad, por mínimo que fuera, desencadenaba en ella una catarata de enunciados que pronunciaba sin parar durante horas. Eso hacía que cada vez que iba a pagar el alquiler, tuviera que ir pensando en el camino alguna excusa de tipo "me estoy yendo a la facultad, me tengo que ir", o "mi nene actúa de San Martín y estoy llegando tarde". Odiaba el momento del mes en tener que tirar mi dinero en aquel saco roto, por esa señora habladora compulsiva.
Pasó el tiempo, y me mudé. El dueño del departamento en que vivo ahora es un tipo frío, seco, mala onda, que da la impresión de que le molesta que vaya cada mes a pagarle. Su singular cara de upite vuelve un suplicio cada ocasión en que voy a entregarle mi dinero a cambio de un techo y paredes. Y un piso.
El otro día reflexioné sobre estas dos premisas, y me di cuenta de que en realidad lo que a uno le molesta no es la señora que no para de hablar, ni el tipo que ni siquiera te saluda. Lo molesto de nuestro mundo occidental, lo que a nadie le gusta, es pagar. Qué loco que haya tardado tanto en notar una total obviedad.

2 comentarios:

  1. Lo pusiste en modo para chicatos.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja me hiciste acordar que recien hoy me entero que no poseo ni un centavo

    ResponderEliminar