miércoles, 6 de marzo de 2019

Muches de ustedes seguramente conocen al alfajor Capitán del Espacio. Para quienes no, se los resumo así nomás: son unos alfajores hechos en Quilmes que hasta hace pocos años eran muuuy difíciles de conseguir fuera del sudeste del gran buenos aires, lo que acrecentó su leyenda sobre su inigualable sabor y había gente que viajaba a Quilmes especialmente para comprarlos.

Hoy, se consiguen más o menos en cualquier quiosco. Coincidentemente con eso, ya varias veces escuché a gente diciendo que al final no son tan ricos o eran más leyenda que otra cosa.
 
Entonces, podemos pensar esto: ¿puede ser que entonces no fuera tan rico y lo que le daba un sabor especial fuera lo difícil que era conseguirlo?

¿Cuántas cosas se nos antojan geniales, maravillosas, deseables, sólo porque están lejos de nuestro alcance y cuando accedemos a ellas pierden su gracia, como si fuéramos infantes? ¿Es la vida una sucesión de capitanes del espacio que nos obligan a movernos en pos de algo hasta que un día nos morimos?

Igual, para mí están buenísimos.

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