miércoles, 8 de septiembre de 2010

Como una cuba

Ayer caminaba por una calle tranquila de la ciudad (bueno, para ser fiel a la verdad, caminaba por la vereda) cuando me crucé con tres pendejitas, escolares, apenas iniciadas en la adolescencia, que reían y charlaban. Una de ellas tenía una botella de gaseosa, que podría aventurar que era Paso de los Toros, pero no pondría las manos en el fuego por ello.
La cosa es que esta niña arrojó la botella al suelo despreocupadamente, como si no hubiera mañana, ignorando totalmente cualquier tipo de convención social que incluya a los tachos de basura. La tiró y siguió caminando, mientras continuaba hablando de lo mal que le quedaban los aparatos a la compañerita que no se bancaba o de si se le marcaba o no el bulto al profesor de biología.
Pero no llegó a realizar más de dos pasos, cuando un hombre de cabello cano, que acababa de estacionar su auto a pocos metros del lugar donde la botella había impactado el suelo, la chistó. Las chiquillas no se dieron por aludidas; probablemente sus padres las aleccionaron acerca del ejército de violadores que puebla las calles.
- ¡Ey, nena! - insistió el hombre, visiblemente molesto, no sólo por el atentado contra la comunidad perpetrado por la borrega, sino porque además lo ignoraba.
Recién ahí las tres niñas se dieron vuelta.
- ¿Qué hacés? ¡No tirés la botellita! - increpó el señor.
La pendejita, cuya cara pasó rápidamente de un rosa pálido a un bordó fuerte, no atinó a decir nada. Simplemente, agachó la cabeza, recogió la botella y siguió caminando, entre las sonrisas burlonas de sus dos amigas.
Esto fue un hecho real. ¿El tipo habría hecho lo mismo si el tirador de la botellita hubiera sido un grupo de muchachos con gorrita a 45º y la camiseta de Deportivo Merlo? No lo sé. Pero es reconfortante saber que ante la falta de respeto creciente que existe entre nosotros, aún hay personas que intentan preservar las más básicas normas de convivencia. Una verdadera bocanada de oxígeno en este submarino que se hunde.

4 comentarios:

  1. Tenes toda la razon, yo le recrimino a mi mama cuando tira el papelito del caramelo por la ventanilla, esas chiquillas son nuestro futuro al fin y al cabo y vienen a ser un desastre¬¬
    beso

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  2. Odio ver que las pendejitas que vuelven del colegio tiren el papelito por la ventanilla del micro. O peor aún, los chicles! Pero creo que me odio más a mí porque en ninguna de esas ocasiones me animé a dirigirme a alguna de ellas, mirarla a los ojos y decirle: sos una maleducada y eso no se hace.

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  3. Grande el canoso. ¿Vos hubieras echo lo mismo?
    Y tuvo suerte de que la pendejita obedeció. Hay cada pendejo de mierda que encima te haría burla.

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  4. Como me molesta sobremanera que tiren la basura en la calle. Se las haría juntar con la boca.

    Soy re mala.

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