jueves, 19 de noviembre de 2009

En un coiffeur de seccional

Hoy mientras iba a pagar el codificado llegué a contar cuatro (4) personas tirando basura en la vereda. Nimiedades: un papelito de chicle, un boleto de bondi, un cancionero con acordes para guitarra de los temas de Airbag. La cosa es que uno se queja de los de arriba, o de los barrenderos, echandolé la culpa a ellos de lo mugrienta que es la sociedad. Pero la posta es que nosotros somos responsables, y tenemos que empezar a cuidar un poquito más lo nuestro.
Otro ejemplo: el edificio de mi facultad es una construcción de apenas dos años. Sin embargo, tanto los baños como otras paredes interiores ya presentan un sinnúmero de escritos. A ver, ¿qué carajo me importa que "El Pincha corre", o "La 22 cobani, Estudiantes manda"? ¿Es necesario llenar los muros de "Perón, Evita, la patria socialista"? Seguro que si esos pibes fueran a una privada no lo harían, "porque pagan la cuota". Bueno, ¿y acá? Esta facultad la pagan todos los argentinos ("y argentinas"), no existe la más mínima necesidad de escribir pelotudeces en ningún lado más que en los papeles. Ah y eso que somos todos universitarios, gente bien y con un pensamiento crítico e inteligente.
Ni hablar de los transportes públicos, que a pocos días de estar en circulación ya están cubiertos por el "arte" de la muchachada. "Berazategui kapo del sur", "rojo campion", "Yoli te amo", pueden leerse entre otros trascendentales mensajes. Pero lo de escribir resulta simpático al lado de los que rompen las ventanas, los asientos y demás objetos y después dicen "ah empresa hija de puta que no arregla las cosas". Seguro que esos hasta se colan siempre para no pagar boleto.
Anécdota personal: una vez, hace unos años, iba por una avenida y vi a una mujer tirar un Blem por la ventanilla del auto en movimiento. ¡Un Blem! ¿Puede ser alguien tan imbécil? Después preguntan por qué hay gente pesimista acerca del género humano.
Plazas, monumentos históricos, calles, veredas... cosas que no son de nadie, y a la vez son de todos. Nadie las cuida, y todos las maltratan.
Mientras tanto, seguimos existiendo los boludos que guardamos el papel del alfajor en el bolsillo y esperamos a encontrar un tacho o a llegar a casa para no enmugrar el país. Vamo a ver si cambia todo algún día.

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